EL BUEN TRATO Y LA INTEGRACIÓN DEL ADULTO MAYOR

 

Capítulo IX

 

Fundamental en el cuidado de las personas mayores, es el buen trato y la integración a la sociedad. Estos aspectos son analizados en el presente capítulo del Proyecto “Psicología del Deporte en el Adulto Mayor”, financiado por el Ministerio Secretaría General de Gobierno por intermedio del Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social Regionales, Provinciales y Comunales Concurso 2018.

A partir del respeto, la consideración y el cariño hacia ellos, les ayudaremos a que su felicidad se prolongue hacia esta edad conocida por la sabiduría.

 

         EL BUEN TRATO

 

El problema que para las familias suponen las personas de edad avanzada se plantea en lo más elemental, ya que no sabemos mi cómo referirnos a ellas y ellos.

Hay varias denominaciones.

Tercera edad, personas mayores, viejos, abuelos, ancianos, adultos mayores…cada expresión tiene sus connotaciones.

En el fondo, este problema de cómo llamarlos manifiesta la incertidumbre que padecemos ante los grupos socialmente menos favorecidos o bien, marginados de la vida cotidiana.

Cabe, entonces, preguntarnos ¿Dónde los colocamos? ¿Cómo los valoramos? ¿Cómo los tratamos? ¿Qué hacer para que no se auto marginen e intervengan en el devenir de la sociedad?

Este desconcierto ante el fenómeno de la vejez, lo muestran las familias y las generaciones jóvenes, pero también las propias personas de edad avanzada.

La imagen que sobre la vejez transmite las sociedades económica y socialmente desarrolladas, dista mucho de resultar atractiva o envidiable.

En parte puede explicarse que se va perdiendo el sitio, el protagonismo, el poder físico, intelectual, sexual, económico, laboral, entre otros aspectos.

Es una situación compleja, con aspectos objetivamente negativos y difíciles de ser percibida como deseable y, más en un mundo en que el deseo se ha erigido en el motor de la vida económica e incluso en móvil de decisiones en el espacio de lo personal.

La sociedad excluye a los ancianos.

Ellos mismos parecen -en muchos casos-, dispuestos a arrinconarse.

Desde esas dos dimensiones complementarias debemos contemplar la situación, vale decir, qué podemos hacer por el colectivo de los viejos y qué pueden hacer ellos por sí mismos.

Para empezar, una de las asignaturas pendientes de esta sociedad que envejece a un ritmo que demógrafos, economistas y psicólogos no dudan en identificar de preocupante.

Es cómo cambiar la imagen del envejecimiento, paso indispensable para que tanto las personas que entran en esa fase vital como la sociedad en general modifiquen sus actitudes ante los ancianos.

Ser llamado “viejo” tiene sus cosas positivas, como el sentirse protagonista de su propia evolución como persona y, más que nunca, un importante miembro de la comunidad a la que pertenece.

La sociedad discrimina a los viejos, pero éstos también tienen alguna responsabilidad en tanto que, a veces inconscientemente, participan de forma activa en este proceso de segregación y desconsideración de sí mismos.

 

EL MALTRATO

 

El maltrato a ancianos es el trato indebido o negligente a una persona de la tercera edad por otro individuo que le cause daño o lo exponga al riesgo de sufrir daño a su salud, su bienestar o a sus bienes.

A pesar que el tema de la violencia ha sido tratado con bastante frecuencia, la violencia hacia los adultos mayores por parte de los familiares ha sido virtualmente ignorada.

Aunque resulta inconcebible que los adultos mayores, débiles, dependientes y discapacitados sean objeto de conductos mal tratantes en el seno de la familia, principalmente por sus propios hijos e hijas, estos en nuestros días continúan siendo víctimas de la violencia familiar.

La violencia como un problema social y de salud afecta a todos, sin distinción de capas o de clases sociales, ha tenido resonancia social en los últimos tiempos no es porque ocurra con mayor frecuencia sino porque hoy son conocidos y estudiados como un problema que incumbe más a las policías, pero en la actualidad se ha demostrado que esto es un fenómeno que afecta la salud y lo que podemos prevenir.

 

LA INTEGRACIÓN

 

Es importante transmitir a la sociedad en su conjunto, las necesidades de los adultos mayores, es decir, qué piensan, cómo se sienten, qué requieren.

Deberíamos saber que es una situación que nos va a llegar tarde o temprano, por lo cual no podemos mirar hacia otro lado y negarnos nosotros mismos a que llegaremos a la tercera edad.

Es difícil, porque los intereses de mercado han instalado el mito de la juventud y han dictado que esa fase de nuestra vida, efímera por definición, debe perdurar de manera indefinida.

Cada arruga es una herida que debemos ocultar, en lugar de la feliz constatación de que seguimos viviendo, disfrutando de nuestro crecimiento personal y de otros placeres desconocidos o insuficientemente valorados.

La mayoría de las definiciones de la vejez subrayan los aspectos deficitarios, negativos, tal es el caso de la vulnerabilidad, la propensión a las enfermedades, la progresiva marginación y la cercanía de la muerte.

El envejecimiento es un hecho ineludible, pero el considerarse agitado, en régimen de bajas revoluciones y al margen de las cuestiones que afectan a la sociedad, es una opción estrictamente individual.

Cada persona decide de forma paulatina que reducirá drásticamente su ritmo vital, que no hará deporte, ni aprenderá informática, ni viajará, ni practicará el sexo.

En otras palabras, cada uno, en decisión personal e intransferible, establece cuándo es vieja para alguna actividad.

El respeto, la atención y el cariño son los tres principios básicos en la relación con nuestras personas mayores.

Debemos practicarlos.

Seremos felices y los haremos a ellos y ellas más felices.